viernes, 10 de octubre de 2008

Pensamientos intempestivos

Y por fin es viernes... Al menos, eso podría decir cualquiera que no trabaje los Sábados. Y no es mi caso...

Pero estoy contento...

Hace dos días estaba contento y es una sensación que ha perdurado, que ha logrado persistir en el tiempo, algo incomprensible cuando sales a la calle y te das cuenta que la sociedad, como concepto, vive momentos difíciles.

Más que difíciles, trágicos.

Aún asi estoy contento, que un dia amanezca con un sol radiante,pasear por una gran avenida de la ciudad sólo por diversión, y que al sonreir a una dependienta, en un gigantesco centro comercial, mientras te da el cambio y el recibo, ella te devuelva la sonrisa, es algo que me hace albergar ciertas esperanzas por la raza humana, un atisbo de luz en un tunel oscuro y con solo dos señales en el camino, para adelante o para atrás...

Siempre lo he pensado, ir hacia adelante es más que seguir las leyes de la inercia, es una obligación para cualquiera, algo que inexplicablemente se nos exige, es una fuerza irresistible, incluso después de vivir tormentos indescriptibles.

La vuelta atrás es un punto y aparte, siempre nos negamos a nosotros mismos el hecho de volver a algo que nos ha perjudicado, que nos ha dañado internamente hasta lo imposible, pero a fin de cuentas "el hombre es el único animal que tropieza dos (y yo diría que más de dos) veces en la misma piedra". Es algo incuestionable, una verdad inextinguible. Y es, al mismo tiempo, inexcusable.

No hay forma de no volver atrás sin esbozar una sonrisa, desde lo melancólico, desde el punto de vista de aquel que dice que "siempre cualquier tiempo pasado fue mejor".

Pero hay que anteponerse a lo que, de una manera u otra, desapareció de nuestras vidas en un punto que apenas recordamos, que apenas reconocemos como algo propio, por estar difuso en un lago que se llama "pasado", como una cucharada de azúcar en el mar.

Al fin y al cabo, uno se da cuenta de que, por todo-lo-vivido y lo-por-vivir, hay que estar contento con lo-qué-se-es y con lo-qué-se-tiene y es que no hay nada como sentirse vivo, darse cuenta de que el camino está aún por hacer...

Como aquel día que paseaba por una gran avenida de la ciudad, solo por diversión.

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